Un día en Colombia

Un día es todo lo que nos dura la indignación como colombianos cada vez que el horror toca nuestra puerta, nos hemos convertido en una sociedad de memoria corta y dolores eternos, una sociedad que hace venia a la costumbre de la violencia y que se siente extrañada ante su ausencia.

Un día es tiempo suficiente para que gritemos, lloremos y protestemos para que al día siguiente, como un lunes cualquiera, retomemos la cotidianidad de cada una de nuestras vidas, entregados a nuestras propias obligaciones y sueños, aquellos que parecen nunca ir de la mano con los demás.

Un día se inició una guerra que decidieron no dejar acabar, cada quien con sus propios intereses, y en el medio un país completo que se llena de grietas sin saber hacia dónde ir, en donde podría perder menos, o donde podría ganar algo; al menos una vida que aunque sin comodidades , no sea arrebatada una madrugada cualquiera.

Un día apareció una nube gris que se posó sobre un país lleno de sol, sonrisas y diversidad, pero que las convirtió en miedo, desigualdad, injusticia y ley, esa que ellos mismos hacen y que solo aplica para unos pocos, mientras otros la usan de bolsillo para sus propios y oscuros intereses

Un día matan niños y entrevistan sindicados, para que al día siguiente el revoltijo de información genere confusión y desgaste, y es allí cuando la gente se harta y ya no quiere saber de nada de lo que sucede a su alrededor.

Esto lo escribo con el ánimo, de que tal como lo dice una canción, tal vez mañana brille el sol, que cada día de cada colombiano, aunque no sea perfecto, tenga una luz de esperanza de que todo sea mejor y no se quede en eso, vagas esperanzas, sino que de verdad lo hagamos realidad, un día.