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@richardroru

Del virus y la pobreza en Colombia

La convergencia actual en todo el mundo nos ha llevado a pensar y a repensar un poco acerca del nuestro papel y posición en esta sociedad, el problema de la pandemia del covid-19 nos pone en escenarios no anticipados en una era de la información, donde esta no se ha sabido manejar y mucho menos interpretar.


El cierre de los mercados que tan orgullosamente se habían constituido en la época donde se hablaba de globalización y de apertura económica, deja hoy sin piso muchas industrias, lo que a su vez desencadena en una tragedia económica y social, desde la cual según algunos debemos aprender para repensar el modelo económico sobre el cual se han fundado todos nuestros pilares, y por otro lado otros cuantos buscan blindar su poder en espera de que poco a poco se recupere la “normalidad” y de esa forma no verse afectados por cambios drásticos en modelos de negocio.


Ya en el plano local, la crisis generada por la parálisis de las actividades nuevamente pone en evidencia los serios sesgos económicos que existen en un país clasificado por estratos pero donde al parecer solo existen dos sectores de la población, y al estilo del feudalismo, podrían ser unos los señores feudales y el resto los vasallos que sirven al sistema y lo defienden porque les brinda algunos “privilegios” de hombre libre.


Colombia al “diferenciarse” por estratos logró crear ciertas barreras entre unos y otros haciendo que uno se sienta superior al anterior y esto se combinó con los restos culturales que nos dejo una época oscura donde el narcotráfico fue en ocasiones reverenciado, la famosa herencia del “usted no sabe quien soy yo”. Lo anterior simplemente es una conjunción que tal vez el día de hoy agradecen muchos de nuestros gobernantes, puesto que esto les facilitó su llegada al poder porque ya saben, divide y vencerás.


Entre lo más triste no esta la revelación de que aun hay mucha pobreza en el país sino la negación de la misma, muchos sectores insisten en que esto es causa de la crisis generada por el coronavirus y que tan pronto se aplaque todos aquellos que hoy hablan de hambre volverán a sus productivas y lucrativas actividades; y de esa manera desaparecerán nuevamente esas grietas que de un momento a otro nos hicieron creer que todo se iba al abismo.


Una de las causas de la negación de la pobreza es básicamente el mismo desconocimiento del territorio, la pobreza está en todas las ciudades, en todos los departamentos, en zonas urbanas y rurales, solo que esta se evidencia solo cuando tocan los centros de las actividades económicas como las grandes capitales, y esas personas que se sentían seguras y privilegiadas por estar en ellas ven como su mundo se derrumba y no saben cómo reaccionar, mientras que en las zonas rurales siguen aguantando en silencio y sin respuesta a sus quejas.


Aquellos ciudadanos “privilegiados” del país se han convertido en el soporte del sistema económico colombiano, son ellos quienes se endeudan para comprar, pagan intereses altísimos por los créditos, hacen sus compras con tarjetas de crédito, pagan más impuestos para formalizar una empresa, se esfuerzan por tener todo lo que les vendieron que significa una buena calidad de vida, dejándolos empeñados con un sector financiero inflexible y que además parece tener el control no solo económico sino también político de los colombianos.


La pobreza en Colombia se disfraza de distintas formas, en momentos se puede ver como una casa propia en un buen sector residencial, a veces se puede ver en un carro nuevo para pasear con la familia y alardear con los vecinos, también se le ve en bares y sitios de moda para mostrar en redes sociales, inclusive se puede disfrazar simplemente de ropa de marca o hasta de un licor diferente, todo para no dejar ver las carencias a la sociedad.


Somos un país de apariencias, gracias al modelo económico estadounidense, el cual hemos copiado sin ver la diferencia que hay de contextos económicos y sociales, donde nuestras costumbres difieren entre región y región, donde la politiquería y corrupción nos absorbe de forma absurda, donde nos da vergüenza decir que no vivimos bien, donde idolatramos a quienes nos mienten y castigamos al que protesta, privilegiamos el que dirán sobre la realidad, y donde mientras a mi me vaya bien el resto no importa.


Es indispensable aprovechar estos momentos para reflexionar y sentar cabeza acerca de que tenemos en realidad y que necesitamos, más allá de lo ofrecido en el mercado, y no solo pensar en nosotros y nuestra familia, también echar un vistazo alrededor de lo que sucede con vecinos, amigos, colegas y demás personas porque cualquier cambio o decisión en el país nos afecta a todos, no solo a quienes menos tienen, puesto que mientras la pobreza siga expandiéndose, así muchos no se sientan cerca, podrían estar caminando hacia ella.


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